Primeros Años y Formación
Abulafia pasó su infancia en Tudela, Navarra, donde recibió una formación en Biblia, gramática, Mishná y Talmud bajo la tutela de su padre. A los veinte años, inició un viaje a Palestina en busca del río Sambation y las diez tribus perdidas de Israel. Sin embargo, debido a los conflictos en la región, regresó a Europa, residiendo en Grecia e Italia antes de retornar brevemente a la península ibérica.
En Barcelona, Abulafia se unió a la escuela del chantre Baruj Togarmi, donde profundizó en el Sefer Yetsirah («Libro de la Formación»), una obra clave de la Cábala. Estas enseñanzas moldearon su sistema místico, influenciado por el neoplatonismo y autores cristianos como Dionisio Areopagita y San Jerónimo.
La Cábala Profética y su Método
Abulafia desarrolló la «Cábala profética», basada en la combinación de letras, un método que explicó en su obra “Ciencia de la Combinación de las Letras”. Las letras hebreas, vistas como arquetipos universales, eran consideradas por Abulafia herramientas para la meditación y la introspección espiritual. Su enfoque incluía la gematría, notarikón y temurá, técnicas que desentrañan significados profundos mediante el valor numérico y la permutación de letras.
En su analogía con la música, Abulafia describió cómo las combinaciones de letras crean armonías espirituales similares a las melodías que reconfortan el alma y abren el corazón al conocimiento divino.
Influencias y Aportaciones
El pensamiento de Abulafia integró el «Libro de la Creación» y la filosofía de Maimónides. En su comentario sobre la «Guía de los Perplejos», destacó que el conocimiento metafísico asegura la supervivencia del alma. Esta unión entre filosofía y mística inspiró a cabalistas cristianos como Pico della Mirandola y Juan Reuchlin en el Renacimiento.
Experiencia Mística y Viajes
Durante su estancia en Barcelona, Abulafia tuvo una visión sobre el nombre de Dios que lo motivó a difundir su doctrina por Europa. En 1280, viajó a Roma para entrevistarse con el Papa Nicolás III, pero fue encarcelado al llegar tras la muerte del pontífice. Posteriormente, pasó varios años en Sicilia, donde escribió gran parte de su obra.
El Tseruf: Camino hacia la Unidad
Abulafia comparó el Tseruf con una escala que lleva de la multiplicidad del mundo terrenal a la Unidad divina. Este proceso libera al alma de las ataduras mentales que la limitan, permitiendo su regreso al origen. Mediante posturas corporales, técnicas de respiración y meditación en nombres divinos, el Tseruf conduce a una «visión profética» en la que el temor de Dios se transforma en amor.
Impacto y Legado
A pesar de la restricción de sus enseñanzas a círculos cabalísticos, la influencia de Abulafia alcanzó a figuras como Ramón Llull, quien adaptó su método en el Arte Combinatoria. Esta influencia se extendió a los cabalistas cristianos del Renacimiento, cimentando un puente entre el misticismo judío y la filosofía occidental.
Simbolismo y los Números Divinos
Abulafia vinculó el número 42 al nombre divino y a la creación, una asociación reflejada en códigos simbólicos como los de la Basílica del Pilar. Este número también aparece en combinaciones de letras y vocales que representan las direcciones del universo y el poder divino.
El Camino hacia el Logos Divino
Abulafia describió siete etapas en el conocimiento de la Torá, desde la interpretación literal hasta la profecía. La séptima vía, «dos veces santa», lleva al místico a una comprensión profunda del Logos divino. Este proceso, similar al «solve et coagula» alquímico, reconstruye la conciencia mediante la combinación creativa de letras.
Conclusión
El método de Abulafia es una herramienta transformadora que trasciende el tiempo, liberando el alma y conectándola con la Unidad divina. Su influencia en la Cábala, la filosofía y el misticismo sigue siendo un legado vivo, inspirando a generaciones en la búsqueda del conocimiento trascendental.